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Nº 9 – Año 2020                         IDITEC                        ISSN: 2525-1597


                  legumes  consumption  is  the  production  of  foods  from  flours  obtained  from  the  milling  of  grains.
                  However, flours have to be supplemented or improved in their rheological and sensory properties in order
                  to  be  suitable  for  the  manufacture  and  consumption  of  processed  foods.  In  addition,  the  manufacture
                  process should reduce or eliminate certain anti-nutritional compounds (ANF) such as phytates, tannins,
                  protease and amylase  inhibitors and  lectins, among others, which  limit the nutritional quality of these
                  products. Therefore, the industry has adopted several physic-chemical methods to improve their quality.
                  Among them, fermentation of legume flours is an interesting alternative since the particular metabolism
                  of  lactic  acid  bacteria  may  affect  positively  the  nutritional  and  sensorial  properties  of  the  derived
                  products. Then, the aim of this work was to assess the potential of lactic acid bacteria (LAB) isolated
                  from legumes of the NOA region and selected by their properties for fermenting bean and chickpea flours
                  improving  their  technological  and  nutritional  characteristics.  Lactobacillus  plantarum  CRL  2211  and
                  Weissella paramesenteroides CRL 2182 were used in a solid state fermentation during 24 h at 37C and
                  trypsin  inhibitors  content,  tannins,  phenolic  compounds  and  lactic  and  fungal  microbiota  were
                  determined.  Some  technofunctional  properties  such  as  water  and  oil  asorption  capacity,  emulsion  and
                  gelling activity were also determined. Fermentation with BAL produced significant changes with respect
                  to unfermented and spontaneously fermented flours such as the increase in lactic microbiota, polyphenols,
                  antioxidant activity and the decrease of FAN. Changes on technofunctional properties were also observed.
                  The  obtained  results  allow  to  consider  this  biological  processing  as  an  interesting  strategy  for  the
                  improvement  of  pulses  flours  that  could  be  applied  to  the  development  of  novel  foods  with  high
                  nutritional and functional quality.

                  KEYWORDS: Legumes, Lactic acid bacteria, Fermentation, Functional Foods.

                  INTRODUCCIÓN
                         Las  legumbres  (frutos  y  semillas  de  la  Familia  de  las  Leguminosas,  art.  877  del  Código
                  Alimentario Argentino) son alimentos ampliamente producidos en países de América latina, Asia y África
                  en los que existe acceso limitado a la proteína de origen animal o se evita su consumo por cuestiones
                  culturales o religiosas. Estos alimentos desempeñan un rol trascendente en la dieta por cuanto son fuente
                  de proteínas (mayor que los cereales) con gran valor biológico, carbohidratos complejos, altos niveles de
                  fibras,  lípidos  insaturados  (ácidos  oleico  y  linoleico),  vitaminas  (B  y  E),  minerales  (calcio,  potasio,
                  magnesio,  fosforo  y  hierro)  y  fitoquímicos  (péptidos,  ácidos  fenólicos,  isoflavonas,  etc.)  con  efectos
                  beneficiosos (Campos-Vega y col., 2010, Suarez Martínez y col., 2016).
                         En  Argentina,  las  legumbres  no  oleaginosas  más  cultivadas  y  consumidas  incluyen
                  principalmente al poroto, garbanzo, arveja, y lenteja y sus principales regiones productoras se concentran
                  en las provincias del NOA (porotos y garbanzos) y NEA (lentejas y arvejas). La producción anual ronda
                  las 700.000 Tn (686.488 Tn en la campaña 2017/2018), destinándose más del 90% a exportación y sólo el
                  10%  a  consumo  interno  como  frutos  secos  o  procesados  (Fuente:  Bolsa  de  Comercio  de  Rosario,
                  https://bcr.com.ar/es/print/pdf/node/73324).  Si  bien  los  granos  pueden  consumirse  enteros,  la  harina
                  obtenida de su molienda es también un alimento de elección de grupos con patologías especiales como la
                  celiaquía,  enfermedades  cardiovasculares,  diabetes  tipo  2,  obesidad  y  algunos  tipos  de  cáncer
                  gastrointestinal, por su naturaleza libre de gluten, sus nutrientes y compuestos bioactivos (Curiel y col.,
                  2015). Sus numerosos beneficios para la salud y el medioambiente determinaron que la Asamblea de la
                  Organización de las Naciones Unidas, declarara al 2016 como el Año Internacional de las Legumbres y al
                  19 de febrero de cada año, a partir de 2019, como el Día Mundial de las Legumbres con el objetivo de
                  aunar esfuerzos para promover la producción y revalorizar el consumo de estos alimentos (A/RES/68/231
                  FAO/OMS, 2014).
                         Sin  embargo,  los  potenciales  beneficios  del  consumo  de  legumbres  se  contrarrestan  con  la
                  presencia de numerosos factores antinutricionales (FAN) desarrollados por las plantas como estrategia de
                  defensa contra la predación. Entre ellos se encuentra los inhibidores de amilasa, tripsina y quimotripsina,
                  ácido  fítico,  saponinas,  taninos  y  lectinas  que  pueden  limitar  su  digestibilidad,  haciendo  necesaria  su
                  inactivación  y  remoción  para  mejorar  la  calidad  nutricional  de  los  granos.  El  ácido  fítico  reduce  la
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                  disponibilidad de minerales ya que actúa como agente quelante de cationes divalentes (Ca , Zn , Fe )
                  formando complejos  insolubles que no pueden ser metabolizados (Luo y col., 2009). Por su parte, los
                  inhibidores  de  enzimas  tienen  la  capacidad  de  inhibir  las  actividades  proteolíticas  (tripsina  y  α-
                  quimotripsina) dentro del tracto gastrointestinal, disminuyendo la disponibilidad de aminoácidos, además
                  de provocar desórdenes metabólicos en el páncreas. De igual manera, los inhibidores de α-amilasa pueden
                  causar una reducción en la digestión del almidón (Makkar y col., 2007). Los taninos tienden a formar
                  complejos  con  las  proteínas,  disminuyendo  su  bioaccesibilidad  y  disponibilidad  y  son  considerados
                  potencialmente tóxicos para los animales monogástricos, por lo que el consumo de alimentos con altas
                  concentraciones de éstos compuestos puede causar toxicidad hepática y renal. Por otro lado, las lectinas
                  son proteínas con unión específica a carbohidratos, con cierta resistencia a  la cocción  y digestión que


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