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Nº 9 – Año 2020                         IDITEC                        ISSN: 2525-1597


                  The  obtained  results  allow  to  consider  this  biological  processing  as  an  interesting  strategy  for  the
                  improvement  of  pulses  flours  that  could  be  applied  to  the  development  of  novel  foods  with  high
                  nutritional and functional quality.

                  Keywords: Legumes, Lactic acid bacteria, Fermentation, Functional Foods.
                  INTRODUCCIÓN
                         Las  legumbres  (frutos  y  semillas  de  la  Familia  de  las  Leguminosas,  art.  877  del  Código
                  Alimentario Argentino) son alimentos ampliamente producidos en países de América latina, Asia y África
                  en los que existe acceso limitado a la proteína de origen animal o se evita su consumo por cuestiones
                  culturales o religiosas. Estos alimentos desempeñan un rol trascendente en la dieta por cuanto son fuente
                  de proteínas (mayor que los cereales) con gran valor biológico, carbohidratos complejos, altos niveles de
                  fibras,  lípidos  insaturados  (ácidos  oleico  y  linoleico),  vitaminas  (B  y  E),  minerales  (calcio,  potasio,
                  magnesio,  fosforo  y  hierro)  y  fitoquímicos  (péptidos,  ácidos  fenólicos,  isoflavonas,  etc.)  con  efectos
                  beneficiosos (Campos-Vega y col., 2010, Suarez Martínez y col., 2016).
                         En  Argentina,  las  legumbres  no  oleaginosas  más  cultivadas  y  consumidas  incluyen
                  principalmente al poroto, garbanzo, arveja, y lenteja y sus principales regiones productoras se concentran
                  en las provincias del NOA (porotos y garbanzos) y NEA (lentejas y arvejas). La producción anual ronda
                  las 700.000 Tn (686.488 Tn en la campaña 2017/2018), destinándose más del 90% a exportación y sólo el
                  10%  a  consumo  interno  como  frutos  secos  o  procesados  (Fuente:  Bolsa  de  Comercio  de  Rosario,
                  https://bcr.com.ar/es/print/pdf/node/73324).  Si  bien  los  granos  pueden  consumirse  enteros,  la  harina
                  obtenida de su molienda es también un alimento de elección de grupos con patologías especiales como la
                  celiaquía,  enfermedades  cardiovasculares,  diabetes  tipo  2,  obesidad  y  algunos  tipos  de  cáncer
                  gastrointestinal, por su naturaleza libre de gluten, sus nutrientes y compuestos bioactivos (Curiel y col.,
                  2015). Sus numerosos beneficios para la salud y el medioambiente determinaron que la Asamblea de la
                  Organización de las Naciones Unidas, declarara al 2016 como el Año Internacional de las Legumbres y al
                  19 de febrero de cada año, a partir de 2019, como el Día Mundial de las Legumbres con el objetivo de
                  aunar esfuerzos para promover la producción y revalorizar el consumo de estos alimentos (A/RES/68/231
                  FAO/OMS, 2014).
                         Sin  embargo,  los  potenciales  beneficios  del  consumo  de  legumbres  se  contrarrestan  con  la
                  presencia de numerosos factores antinutricionales (FAN) desarrollados por las plantas como estrategia de
                  defensa contra la predación. Entre ellos se encuentra los inhibidores de amilasa, tripsina y quimotripsina,
                  ácido  fítico,  saponinas,  taninos  y  lectinas  que  pueden  limitar  su  digestibilidad,  haciendo  necesaria  su
                  inactivación  y  remoción  para  mejorar  la  calidad  nutricional  de  los  granos.  El  ácido  fítico  reduce  la
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                  disponibilidad de minerales ya que actúa como agente quelante de cationes divalentes (Ca , Zn , Fe )
                  formando complejos  insolubles que no pueden ser metabolizados (Luo y col., 2009). Por su parte, los
                  inhibidores  de  enzimas  tienen  la  capacidad  de  inhibir  las  actividades  proteolíticas  (tripsina  y  α-
                  quimotripsina) dentro del tracto gastrointestinal, disminuyendo la disponibilidad de aminoácidos, además
                  de provocar desórdenes metabólicos en el páncreas. De igual manera, los inhibidores de α-amilasa pueden
                  causar una reducción en la digestión del almidón (Makkar y col., 2007). Los taninos tienden a formar
                  complejos  con  las  proteínas,  disminuyendo  su  bioaccesibilidad  y  disponibilidad  y  son  considerados
                  potencialmente tóxicos para los animales monogástricos, por lo que el consumo de alimentos con altas
                  concentraciones de éstos compuestos puede causar toxicidad hepática y renal. Por otro lado, las lectinas
                  son proteínas con unión específica a carbohidratos, con cierta resistencia a  la cocción  y digestión que
                  pueden acceder biológicamente activas al intestino y/o circulación y ser recuperadas en las heces (Nakata
                  y Kimura 1985). Su unión específica a los carbohidratos complementarios expresados por los enterocitos
                  puede causar alteraciones ultraestructurales e inhibición de enzimas digestivas reduciendo así la función
                  absortiva y la utilización de los nutrientes (Zárate y Pérez Chaia, 2012).
                         Desde  el  punto  de  vista  tecnológico,  las  harinas  de  legumbres  también  poseen  algunos
                  inconvenientes  para  ser  incluidas  en  productos  derivados,  por  lo  cual  deben  ser  mejoradas  o
                  suplementadas  para  obtener  propiedades  reológicas  y  sensoriales  adecuadas  para  la  elaboración  de
                  alimentos. Actualmente existen diferentes métodos para mejorar la calidad nutricional y tecnológica de
                  las  harinas  como  el  descascarado,  remojo,  extrusión  o  tratamientos  térmicos  (Van  Der  Poel,  1990;
                  Jezierny y col., 2010). Entre los tratamientos biológicos se pueden emplear la germinación y tratamientos
                  enzimáticos  (Granito  y  col,  2002,  Luo  y  col.,  2009).  Sin  embargo,  varios  de  estos  métodos  pueden
                  degradar  nutrientes,  vitaminas  y  fitoquímicos  relevantes  y  no  remover  completamente  los  compuestos
                  indeseables (Shimelis y Rakshit, 2007).
                         En  este  sentido,  se  ha  demostrado  que  la  fermentación  es  un  proceso  biológico  que  puede
                  mejorar  ambas  características.  Esto  es  debido  al  particular  metabolismo  de  los  microorganismos
                  intervinientes que permite la remoción de compuestos indeseables y la síntesis de metabolitos que dan
                  características interesantes al producto final (Coda y col., 2014, 2015; Rizzello y col., 2014, Curiel y col.,
                  2015).


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